sábado, 4 de julio de 2009

LIGEIA BALLADARES Y GUILLERMO RAVEST RECUERDAN EN MEXICO A KATIA OLEVSKAYA: Creía que ella debía pagar por el trabajo que hacía


El siguiente es el mensaje íntegro enviado desde México por Guillermo Ravest y Ligeia Balladares para ser leído en el acto de homenaje a Kata, del 1° de julio de 2009.

Estas palabras por Katia tienen acento elegíaco, porque ella también es parte del duelo de nosotros mismos y del duelo de nuestro tiempo.

Katia Olevskaya fue más que su voz, aquella clara y cálida que ofrendó esperanza diaria a un pueblo herido durante esos 17 años que duraron las emisiones radiales de “Escucha Chile”. También esa calidez la recibimos generosamente los exiliados chilenos que, trocados en combatientes periodísticos lejanos pero con el alma descalabrada, transitamos en torno suyo en Moscú.

Dueña de una verdad interior luminosa, no cejó en buscar sus propias utopías. Para reafirmarlas siempre fue solidaria. Pese a la dimensión del amor que le profesó y profesa gran parte de nuestro pueblo, pensamos que seguimos siendo deudores en gratitud con esta gran mujer. Ucraniana por terruño natal, soviética esencialmente, tras el derrumbe del socialismo debió unirse al resto de su familia que decidió emigrar a Israel. Allí acalló primero su memoria y luego su voz. Ella, que fue testigo y comunicadora de las altas cumbres y hecatombes de nuestro trágico y apasionante siglo XX.

Los genes, como la historia, a nadie dejan indemne. Katia nació en Kiev con la Revolución Rusa de 1917. Tenía cinco años cuando su padre judío abandona Ucrania en 1922. Él pretendía acercarse a su madre que debió emigrar a Estados Unidos. No lo logró. Quedó con su familia en Ciudad de México por diez años. A ese extrañamiento Katia debe la íntima apropiación del idioma español, sus estudios de música y recitación en una escuela que llevaba el nombre de Gabriela Mistral. De entonces data su amor por la gente de otros pueblos.

Adolescente de 15 años regresa a Kiev en 1932 donde estudia bien su idioma natal, inglés y francés.

Comienza su vida laboral como traductora de Intourist. Un asunto de trabajo la acercó a Radio Moscú, donde la vio y la oyó el uruguayo Luis Cequini, entonces único locutor de los programas para España y América Latina. “Me tienes que acompañar como lectora de noticias”, le dijo Cequini. Era agosto de 1937. Desde entonces, por la voz de Katia pasaron las gestas de la construcción del socialismo, el expansionismo hitleriano, los dramas de la guerra civil española, los terribles y heroicos años de la Gran Guerra Patria. Katya fue testigo presencial, pues estaba en los estudios de Radio Moscú, cuando el 9 de mayo de 1945 el legendario locutor, Yuri Levitan, leyó para todos los soviéticos y el mundo el acta de capitulación nazi.

Nuestra colega María Victoria Corvalán es quien rescató la mejor historia de los programas que periodistas chilenos hicimos desde la emisora moscovita, Escucha Chile y Radio Magallanes. Con modestia y en lo que constituye una lección de lo que debe ser el rol de los comunicadores, en ese texto dijo Katia: “Yo no hago más que leerlos, claro que pasan por mi corazón. Yo leo con sinceridad, los digo como lo siento”.

El 5 de diciembre de 1979, Katia nos invitó a acompañarla al acto en el Teatro Bolshoi con que el Radio Comité soviético celebró el cincuentenario de su creación. En el transcurso de la ceremonia ella se nos perdió de nuestro lado. Instantes después la divisamos en el escenario junto a decenas de sus viejos compañeros. Fue laureada con una medalla con que se distinguió su medio siglo de trabajo socialista como locutora. Aún confusa por la emoción, nos dijo: “yo debiera ser quien pagara por realizar mi trabajo”.

Donde sea que estés Katia, permaneces en nuestro corazón y recibirás siempre nuestra gratitud.

Ligeia Balladares y Guillermo Ravest.

1 comentario:

  1. Muy Bien Guillermo y Ligeia, espero nos comuniquemos en algún momento, yo soy Gustavo Cáceres y vivo en el cono sur de América. Región de Aysén , mi fono es =67- 332143. El correo es (de mi señora) angelica.bahamonde@gmail.com
    abrazos fraternos.

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