EL 1º DE JULIO A LAS 19 HORAS EN EL TEATRO CAMILO HENRIQUEZ,
miércoles, 24 de junio de 2009
LOS PERIODISTAS DE CHILE RINDEN HOMENAJE EL 1º DE JULIO, A KATIA OLEVSKAYA, LA INOLVIDABLE LOCUTORA DE "ESCUCHA CHILE"
EL 1º DE JULIO A LAS 19 HORAS EN EL TEATRO CAMILO HENRIQUEZ,
jueves, 18 de junio de 2009
TODOS CON KATIA, EL 1º DE JULIO, EN AMUNÁTEGUI 31, TEATRO CAMILO HENRÍQUEZ
a Katia Olevskaya, la mítica voz femenina del programa de Radio Moscú
"Escucha Chile”, que se trasmitió a través de esa emisora desde septiembre
de 1973 a marzo de 1990.
Katia Olevskaya falleció en Israel el 9 de mayo recién pasado, y el homenaje
a su memoria ha sido organizado por el Círculo de Periodistas de Santiago y
los Consejos Nacional y Metropolitano del Colegio de Periodistas de Chile y
un grupo de amigos y ex compañeros de trabajo de Katia en la emisora
soviética, hoy “La Voz de Rusia”.
El acto se realizará en el teatro Camilo Henríquez, Amunátegui 31, primer
piso, oportunidad en que recordarán a Katia, el escritor y periodista José
Miguel Varas y auditores en Chile, como la alcaldesa de Pedro Aguirre
Cerda, Claudina Núñez y las ex presas políticas, Clara Tamblay (o Maritza
Matamala).
Además participará el cantautor Pancho Villa y se exhibirá el documental
“Escucha Chile” del joven realizador, Andrés Daie.
martes, 16 de junio de 2009
1º DE JULIO, COLEGIO DE PERIODISTAS Y CIRCULO DE PERIODISTAS RINDEN HOMENAJE A KATIA, LA LOCUTORA DE ESCUCHA CHILE DE RADIO MOSCÚ
Homenaje a Katia
Con motivo del fallecimiento en Israel, el 9 de mayo del presente año, de la inolvidable locutora del programa Escucha Chile de Radio Moscú, Ekaterina Olevskaia -Katia- el Círculo de Periodistas de Santiago, el Consejo Nacional y el Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas y los Amigos de Katia invitan a recordarla y a rendirle homenaje en una velada que tendrá lugar el 1º de julio a las 19.00 horas en el Teatro Camilo Henríquez, Amunátegui 31.
Esperamos contar con su presencia.
ESTA ES UNA FOTO HISTORICA DEL EQUIPO DE ESCUCHA CHILE EN SU PRIMERA ETAPA, CON KATIA, LA PERIODISTA LIGEIA BALLADARES, BABKEN SERAPIONIANTS, EL GESTOR SOVIÉTICO DE ESTAS EMISIONES, PILAR VILLASANTE LA DIRECTORA ESPAÑOLA QUE GRABABA LOS PROGRAMAS, LUEGO ESTÁN JOSÉ SECALL, RENÉ LARGO FARÍAS, NATALIA SMIRNOVA, SECRETARIA DE LA REDACCIÓN, JOSÉ MIGUEL VARAS, GUENADI SPERSKI, JEFE DE LA REDACCION CHILENA, HERNAN RODRIGUEZ MOLINA, VOLODIA TEITELBOIM, GUILLERMO RAVEST Y EDUARDO LABARCA.
BABKÉN SERAPIONIANTS FUE UN JEFE EXCEPCIONAL Y UN SOLDADO SOVIÉTICO QUE COMBATIÓ Y CAYÓ HERIDO EN LA BATALLA DE LENINGRADO, SIEMPRE ESTABA ABIERTO A LAS OPINIONES Y A LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA, IMPULSÓ EL SURGIMIENTO DE ESCUCHA CHILE DE RADIO MAGALLANES.
AQUÍ JUNTO AL 2º JEFE Y ACTUAL DIRECTOR DE LAS EMISIONES PARA AMERICA LATINA, LEONARDO KOSICHEV.
martes, 9 de junio de 2009
Katia nuestra que estás con nosotros
YA LO SUPE, LO SUPIMOS. Y SABERLO FUE UNA PUÑALADA DE ESE ÉTER DONDE GALOPABA SU VOZ, UN DISPARO DE SILENCIO A LOS MICRÓFONOS, UN VACÍO EN LA ESTRUCTURA SOLIDARIA DE LA RESISTENCIA RADIAL CONTRA LA ABYECTA DICTADURA.
PARA QUIENES HEMOS HECHO DEL OFICIO DE LOCUTOR NUESTRA ARMA CONTRA TODO LO QUE PRETENDE NEGARNOS, LA VOZ DE KATYA OLEVSKAIA APAGÁNDOSE ES LA PARTIDA DEFINITIVA DE UNA PARTE DE NOSOTROS MISMOS.
¡Y SIN EMBARGO, KATYA VENCIÓ! VENCIÓ CON TODOS NOSOTROS, MARCHÓ CON TODOS NOSOTROS, CERRÓ LOS OJOS DE TODOS NUESTROS MUERTOS Y DIÓ FUERZAS A LA VIDA PARA CONTINUAR LUCHANDO POR UN MUNDO DE HERMANOS.
ESA FUE SU VICTORIA.
POR ESO SEGUIREMOS ESCUCHANDO SU VOZ COMO AQUEL OTRO TRANQUILO METAL QUE NOS CONMUEVE LAS CONCIENCIAS. POR ESO KATYA VENDRÁ JUNTO A NOSOTROS A CONQUISTAR LAS ESPLÉNDIDAS CIUDADES, CON SU ESPERADA VOZ PARA CALMAR EL ESTREMECIMIENTO NOCTURNO, CON SU VOZ SOVIÉTICA HABLANDO EN CASTELLANO, CON SU AMOR PROLETARIO POR LOS QUE FUIMOS, Y SOMOS, Y SEREMOS, GALVANIZADOS CUANDO ELLA DICE: "¡ESCUCHA, CHILE!"
LUIS H. SCHWANER U.
periodista y locutor
SANTIAGO, junio de 2009.
lunes, 8 de junio de 2009
KATIA, LA NOVIA DE CHILE, HA MUERTO
RECORDANDO A KATIA DESDE TARRAGONA, CATALUÑA, ESPAÑA
A mediados de mayo de 2009, nos llegaba la noticia de algo consustancial a la propia vida: la muerte. Algo que nunca deja de sorprendernos y de impactarnos, sobre todo cuando la persona ha formado, por esos avatares de la vida, parte de nuestra propia existencia.
Se nos fue Katia [Ekaterina Olievskaya, 1916-2009] la penetrante e inolvidable voz de aquellos programas combativos que ilusionaron al mundo y creaban luz allá donde se había instalado una barrera de la sinrazón, de la barbarie del hombre que parece no tener límites en sus aberraciones a poco que la situación se muestre propicia. Fueron años duros, pero maravillosos los que vivimos a finales de los setenta y los ochenta donde casi 100 países hablaban al mundo en español en la onda corta; una de esas voces era precisamente la de Katia que nos abandonó a los 92 años.
Ella era la voz insustituible de un programa clásico de la onda corta “Escucha Chile” [aunque no era el único programa que salía desde Moscú para los chilenos, también se podía oír Radio Magallanes y varias estaciones más lo hacían en español, entre ellas Radio Moscú y Radio Paz y Progreso,
Katia había nacido en Ucrania y su infancia le acabó llevando a México en donde aprendió la lengua de Cervantes con un estilo, una dulzura, que nunca perdería a pesar de que en los treinta regresó a Kiev y entró a trabajar con INTOURIST, la agencia oficial de turismo soviética que me trató maravillosamente cuando viajé a la entonces URSS [1981] como ganador del premio “gordo” de Radio Moscú. Conocí Kiev, Tallin, Leningrado y Moscú. Por supuesto, en aquel viaje también platiqué largamente con grandes nombres de las emisiones en español, entre ellos el mítico Luis Cecchini [el primer locutor que procedía de los sindicatos ferroviarios argentinos, él inauguró los servicios en español de Radio Moscú el 1 de agosto de 1932 y estuvo frente a los micrófonos hasta los 80 años] y Katia, que se incorporó en 1935, tenía entonces 19 años, fueron los profesionales que más me impactaron, durante décadas se convirtieron en un dúo radial inseparable que por méritos propios forjaron su propia leyenda en el mundo de la radiodifusión internacional. Después vendrían otras voces y otros encuentros, unas veces en
Katia, la voz de la solidaridad, la voz de tantos chilenos, de tantos y tantos seres comprometidos, se apagó para siempre en Israel, su última residencia. Allí marchó junto a su hija Marina tras la caída del telón de acero ante las perspectivas que tomaba el nuevo orden de cosas [no quería volver a revivir el acoso a los judíos, ella lo era y en
Katia -como ya escribí en un opúsculo de finales de los ochenta sobre el mundo de la radiodifusión clandestina- no pudo entrar en Chile en 1989 y tuvo que conformarse con llegar hasta Mendoza (Argentina) a donde se desplazaron muchos chilenos para rendirle homenaje y hacerla partícipe del agradecimiento por su entrega a la causa solidaria. En 1994 logró encontrarse con los chilenos que la agasajaron [aunque también pasó desapercibida por las autoridades, democráticas ya, que prácticamente la ignoraron]. En el fragor de la dictadura ella era la vela que los iluminaba y, a miles de oyentes de otras latitudes, nos hizo amar decenas de músicos, escritores, historiadores, hombres de toda condición, a través del maravilloso mundo de la onda corta. Entre otros estaba el inigualable Víctor Jara,
En nuestra opinión, Katia gozó de una imparcialidad que en la distancia se acabó consolidando, sobre todo cuando al día siguiente te entretenías en buscar en la prensa española [lo que en la época nos hizo sospechar que algunos periodistas en realidad se alimentaban de Escucha Chile, pero sin decirlo] o los boletines informativos que noche tras noche escuchaba a través de
Fueron tiempos duros, los españoles ya no teníamos “
Los chilenos contaban con ESCUCHA CHILE días después del golpe en septiembre de 1973, estuvo en el aire durante casi 17 años y Katia fue una de las mejores, y más amables, de todas las voces de la onda corta de aquellos tiempos a través de los potentísimos transmisores de Radio Moscú; los periodistas de muchos diarios hispanos también bebían de los excelentes espacios de Radio Berlín Internacional o Radio Argel, menos combativos, pero de gran impacto para la audiencia chilena y, sobre todo, contra la dictadura.
Evidentemente, junto a Katia, trabajaban chilenos exiliados -prácticamente todas las estaciones de radio de aquella época en Europa incorporaron voces de la diáspora- que lo hacían con nombres supuestos para evitar los tentáculos de la tenebrosa DINA, entre otros René Largo Farías, José Miguel Varas, José Secal, etc. Otros nombres famosos hicieron lo imposible y enviaban sus crónicas desde el mismo Chile por los más variados conductos, algunos lograron evadir el cerco y llegaron hasta Europa, sería el caso de Eduardo Labarca, Rolando Carrasco [que estuvo concentrado en Chacabuco, narra en su libro “Prigué” cómo los presos oían Radio Moscú con un receptor que tenían escondido bajo una manta, giraban el dial en el silencio de la noche buscando la voz de Katia, Carrasco consiguió escapar y llegó hasta Moscú en donde se encontró con la incombustible dama y con ella trabajó ante los mismos micrófonos que cada noche les llevaba esperanza a los chilenos, pero especialmente a los encarcelados], Marcel Garcés, etc.
Cuando estuvimos en Moscú conocimos algunos y chileno era Pancho Rodríguez [otro nombre supuesto, en realidad Juan Patricio Cortés Jacome que acabaría siendo funcionario de
Escucha Chile salió durante más de tres lustros al aire, tres horas diarias de una buena tarea investigadora y combativa que hizo mucho daño a la dictadura y los que lo duden sólo tienen que visitar las hemerotecas de la época, los discursos de Chile ante
Incluso el grupo Quilapayún creó una canción para la “Primera de Chile” que en realidad era Radio Moscú, nombre con el que clandestinamente se conocía en el país a la emisora soviética; la canción “Igual que tú, yo escucho Radio Moscú” una de las pocas que hablan de la radiodifusión internacional en la onda corta. Tras la caída del régimen chileno, el programa sería clausurado en 1990, casi 17 años después del golpe militar y muchos de los periodistas que estuvieron al frente de ESCUCHA CHILE fueron acreedores de
Descansa en paz Katia, pero los chilenos (y muchos otros pueblos) te tienen en sus corazones y ese es el maravilloso legado que grabaste para siempre con esa inconfundible e inigualable voz que tanta confianza y serenidad nos daba en las oscuras noches de una de las etapas más terribles de la historia reciente de Chile. Tu semilla sigue viva y tus oyentes nunca te olvidarán.
JUAN FRANCO CRESPO
martes, 2 de junio de 2009
Hace días que quise recopilar recuerdos de ti compañera Katia
Hace unos momentos leyendo la nota de Oleg sobre ti querida compañera Katia, me asalto la urgencia de escribir aunque sea lo que yo recuerdo, que luego sigan los que quieran, los que sientan la necesidad, los que quieran escuchar el llamado de Oleg de reconstruir la memoria, nadie te ha olvidado, solo tu recuerdo esta un poco dormido, pero no tu voz.
Tengo que comenzar este recuerdo con las primeras noches, largas noches luego del 11 de septiembre, cuando ciegos, sordos y mudos buscabamos en pequeñas radios a transsistores las noticias de lo que a nuestro alrededor sucedía, y desde la entonces tierra prometida nos llegaban ciertas notas, algunas palabras...luego tengo la memoria confundida, fue tanto lo perdido que un recuerdo es casi nada...luego retomo lo vivido en el puerto de San Antonio, en la casa de don Pancho, me llama y me dice hija venga que tenemos que hablar, cerramos la puerta de una pieza donde se encuentra una gran radio de esas antiguas y apagamos la luz, el enciende la radio y busca en onda corta algo que yo no entiendo, cuando de repente y casi como en un susurro escucho una voz de mujer que dice "aqui comienza el programa ESCUCHA CHILE..."
Y despues te conocimos, tuvimos la suerte de juntar tu voz con tu cara y mi madre con una emoción que yo no le conocí durante aquellos negros años, te entrega un regalo que te mandaron las compañeras de la Vicaria, y un mensaje, y un gracias... por decirnos cada noche donde y como estan los nuestros, y tu lo recibes con una sonrisa humilde y cariñosa, respetuosa...
Y después nosotros ya mas grandes, no entendemos cuando quisiste conocer Chile y no te dejaron entrar, eras una más de nosotros, también te impedian regresar, a este Chile que tambien fue tuyo a través de tu "Escucha Chile"...pero como no entender... eras un peligro para la seguridad nacional, si el escuchar tu voz era un crimen por el cual uno podía simplemente ser encarcelado...
Y despues nosotros los que te conocimos un poco mas de cerca, en tu propio país, que nos dio tanto y que ahora no existe, nos juntamos contigo aquí en Chile, en un lugar que no recuerdo, eramos unos cuantos, te regalamos una pequeña piedra nuestra y yo senti que eramos tan pocos, que no te retribuíamos lo suficiente... tanto nos diste con tu voz, estaba el Pato, el Chino, la Ale, la Maria Elena, las niñitas Varas, los hijos pequeños, un pequeño grupo, hay una foto guardada de esas antiguas...
Y despues nosostros no supimos mas, que pasó Katia?
Oleg cuenta algo, te fuiste y no supimos, o si supimos que ya tu país no existe y por ello nuestros viejos dejaron de mirar y de soñar y tristemente se fueron muriendo y tu también?
Y mas tarde cuando leemos que te nos fuiste y Oleg se lamenta de no haberte conocido, solo nos queda tu voz..."Escucha Chile"....y don Pancho que aun vive pero que ya no puede repartir tu voz por el Puerto de San Antonio.
Una carta para Katia Olevskaya
Hola Katia
Disculpeme por este trato tan familiar, nunca supe su patronimico, y dirigirme a Ud. con cosas como Estimada señora o Uvazhaemaya gospozha Olevskaya, sería mentira, Katia. Además la palabra familiar proviene de “familia” y mientras su gran familia chilena llora en estos días su partida a este nuevo exilio, déjeme llamarla como ya más de tres décadas la llamamos aquí: Katia.
Katia, le escribo esta carta porque siento que desde hace tiempo me hubiera encantado conocerla personalmente y ya no voy a poder hacerlo. Como Ud. nací y crecí en Kiev, luego poco a poco me enfermé con Latinoamérica, pero no la de la salsa y de las playas, sino la de Neruda, de Allende, de la radio Escucha Chile. Y esta enfermedad o este sueño o delirio o tal vez destino me trajo a este Chile que es de Ud. y de sus amigos y aquí vivo y moriré un día, si la muerte, Katia, realmente existe. También tengo mis familiares en Israel que salieron de su país por las mismas razones que Ud. y veo que mientras más se achica el planeta más se agrandan algunas de sus distancias y como Ud. bien sabe, en las sociedades contaminadas con el miedo, el ser humano desarrolla lo peor de su ser. Pero más me gustaría conversarle de otras cosas.
No sé por qué, pero se me ocurre que no le puede no gustar la obra plástica de Violeta Parra y quiero mostrarle estas fotos de sus tapices bordados a mano (si hay algo que une la vida con la muerte, para mi son justamente estos hilos de lana de la Violeta, y esta unión va a ambos sentidos)… Pero antes de eso necesito decirle Katia, que en su patria y en su idioma en estos días no se ha dicho ni una sola palabra sobre su muerte y vida. Mientras una buena (para mi, la mejor) parte de Chile con tanto amor y tanta tristeza recuerda a Ud., escribo en internet su nombre en ruso y el ciberbasurero de la información trata de convencerme que Ud. no existe y jamás existió.
Ud. fue prisionera de guerra que perdimos.
Y creo, Katia, que justamente por eso es tan urgente y tan necesario contar la historia de nuestra derrota. Porque solo gente como Ud. puede contar esta historia de verdad, sin esconder ni maquillar nada. Porque poniendo la mano al corazón Ud. no tiene nada de que arrepentirse ni de que avergonzarse. Porque dentro de la lógica de esta guerra que sigue ya que nos la imponen los mismos que la expulsaron de su país, a nuestros hijos y nuestros nietos les seguirán mintiendo. Ellos mienten por el miedo que tienen. El miedo al ser humano.
Sé que según los buenos modales se debería decirse a Ud. que en paz descanse o algo así, pero dada la gravedad de los hechos me atrevo a pedirle otra cosa, Katia. No sé mucho de la muerte. Tal vez existe, tal vez no es para tanto. Tal vez deberíamos pensar desde nuestras dos orillas como reconstruimos este puente, llamado la memoria histórica, el único puente que nos une. Para cruzar el abismo que nos tienen preparado. O para que vía cartas o sueños o qué sé yo ponernos de acuerdo para juntarnos a conversar un poco justo en su mitad… ¿de qué?... Por ejemplo sobre como seguir soñando nuestros sueños que son tal vez uno solo, y da un poco lo mismo si todavía viven los que sueñan o ya no…